Reflexiones sobre el proceso electoral

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Peru Sasia
Ex – vicepresidente de Banca Etica
Presidente de la Federación Europea de Bancos éticos y alternativos (Febea)

Bilbao 28 de marzo de 2025

El reto fundamental que afrontan las propuestas de revisión en la esfera económica como la que plantea Banca Etica es que, para que resulten consistentes, tienen que ser capaces no solo de ofrecer descripciones precisas del modelo al que se pretende llegar, sino también un proceso de tránsito desde el sistema existente. Y no solo descripciones, sino realizaciones concretas de lo que se pretende transformar. Tienen que mostrar cómo se pueden ir articulando de forma coherente hasta convertirse en propuestas reales de transformación capaces de resultar creíbles, capaces de operar en nuestros mercados como ofertas elegibles. Banca Etica lleva recorriendo ese camino hace ya muchos años, en contextos diferentes, algunos de los cuales han puesto a prueba no solo nuestra resiliencia, sino (quizás lo que es más importante para la autenticidad y el valor del proyecto de transformación que Banca Etica supone) su capacidad para afrontar estos desafíos sin renunciar a su propósito fundacional y a su identidad.

Una de las realizaciones concretas que es importante visibilizar es nuestro estilo de gobernanza, ya que en él nos jugamos buena parte de nuestra legitimidad. No podemos olvidar que nuestro compromiso con la sociedad es construir un proyecto que reconoce y reivindica que, en la esfera económica, las instituciones que operan en ella son un espacio significativo que principalmente pertenece al orden de la ciudadanía. Y eso tiene consecuencias. Por eso es prácticamente imposible reconocer proyectos de finanzas éticas fuera del cooperativismo.

Y llega un nuevo proceso electoral. Un proceso de alta densidad democrática, no lo olvidemos. Disfrutemos lo que tenemos, por favor. No caigamos en el error de fijar nuestra atención solamente en las limitaciones del modelo. Ciertamente, todo es mejorable, pero también todo es comparable y debemos ponerlo en perspectiva. Y los usos habituales del sistema financiero en relación con sus procesos electorales sitúan nuestro proceso cooperativo, a pesar de sus limitaciones, “en otra liga”. Y no solo respecto a otras entidades financieras. Las diferencias son muy evidentes también respecto a los modelos de gobernanza que podemos encontrar en la mayoría de las empresas, e incluso en otras organizaciones cooperativas o del Tercer sector.

Claves para una implicación responsable en el proceso electoral

Cualquier socio de nuestra cooperativa entiende perfectamente que el proceso electoral actualmente en marcha nos pide (podemos decir que éticamente nos exige) una implicación personal responsable, una implicación que presenta diversas facetas que me gustaría analizar brevemente.

En primer lugar, participar responsablemente supone considerar e integrar diversos elementos de juicio en nuestra decisión: desde los documentos y declaraciones de cada candidatura, a los perfiles profesionales de las personas candidatas, pasando por los mensajes centrales o los estilos y comportamientos durante la campaña. Sin olvidar los sesgos o tendencias predominantes que podamos observar (más bancario, más social, más tecnocrático, más político…), ni las trayectorias de aquellas personas que tengan una historia de implicación en el desarrollo de Banca Etica. La elaboración de un juicio personal que oriente nuestro voto no debe reducirse a simplificaciones basadas en eslóganes, ni tampoco deberíamos elaborarlo con la mirada fija en alguna propuesta concreta que focalice en algún aspecto específico, ocultando o desviando la atención de la imagen de conjunto de un proyecto cuyo desarrollo completo, no lo olvidemos, será la responsabilidad esencial de quienes guíen Banca Etica en los próximos años.

Lamentablemente, conocemos bien las diferentes barreras para el juicio sosegado que se presentan actualmente en los procesos democráticos a todos los niveles. Hemos constatado sus efectos con pesar y con alarma en muchas ocasiones en los últimos años. El análisis pausado, el acceso a información veraz, la buena argumentación, la importancia del fondo frente a la seducción de las formas… son elementos que deberían estar presentes en toda competencia electoral y que como personas que componemos la base social de Banca Etica debemos practicar, proteger y exigir. En este sentido, es importante considerar la medida en que el estilo de hacer campaña pueda ayudarnos a vislumbrar el comportamiento de los contendientes una vez realizado el veredicto electoral.

En segundo lugar, la participación responsable nos exige hacer un esfuerzo de prospectiva, de tratar de intuir el modelo de Banca Etica que tendremos en los próximos años en función de quienes lideren el proyecto. Es un terreno en el que podemos orientarnos por comportamientos anteriores, especialmente si en las candidaturas existen personas con un recorrido en Banca Etica. Los psicólogos nos insisten mucho en que los mejores predictores de las conductas futuras son… las conductas pasadas. Y de ahí podemos rescatar información que nos ayude a prever el modelo de Banca Etica que se pretende impulsar desde el CdA para los próximos años.

Aspectos como la colegialidad, la consideración del espacio de responsabilidad propio de la tecnoestructura, el mayor o menor rol ejecutivo del órgano de gobierno, las líneas rojas, los equilibrios territoriales y sectoriales, el posicionamiento público de la organización, el valor de la dimensión internacional… se convierten en cuestiones sobre las que será necesario preguntarnos cuando estemos pensando en qué personas queremos ver en el futuro CdA. En este sentido, será importante que tengamos en cuenta elementos como el perfil profesional de las personas que componen las candidaturas, su historia de relación con Banca Etica (como socias, clientes, colaboradoras, responsables de organizaciones aliadas…), las competencias agregadas de los equipos o la posibilidad de que se generen polarizaciones porque predominen posiciones dominantes de un determinado perfil.

Tengo que decir que, personalmente, me interesa mucho la manera en la que una lista equilibra competencias técnicas y financieras con experiencias en áreas como la gobernanza cooperativa, la lucha contra la criminalidad organizada o la atención a las personas excluidas. También debo confesar que me interesa intuir la manera en la que el CdA electo se relacionará con la estructura profesional, así como el previsible rol que reconocerá a algunos órganos clave en la identidad de Banca Etica, como el Comité de Ética o las estructuras del diagrama asociativo, tan genuinas de nuestro proyecto y que, por lo tanto, pueden resultar más difíciles de entender por aquellas personas miembros de las listas cuyo primer contacto con Banca Etica sea precisamente este proceso electoral.

En tercer lugar, surge una cuestión que resulta habitual en muchas competiciones electorales, pero que ha pasado a primer plano y se ha convertido en una de las primeras consideraciones que deberemos hacer en este proceso en el que estamos participando ahora. El planteamiento de la campaña nos ha llevado a que tengamos que decidir si es tiempo de recomenzar. ¿Lo necesitamos? ¿justifican un restart los distintos aspectos de mejora que cada uno de nosotros podamos desear? Y, si es así, ¿qué reseteamos? ¿cuáles de nuestros logros históricos sometemos a revisión? ¿qué hay que abandonar, sustituir…? ¿qué personas, estructuras, dinámicas… deben ser olvidadas para iniciar un camino nuevo?

Es bien sabido que las campañas electorales se componen esencialmente de promesas. La de Banca Etica no es una excepción. Pero una participación responsable exige que preguntemos a las candidaturas cuáles son los elementos a los que vamos a renunciar para poder cumplir las promesas. Compras de acciones, desembolsos de capital, inversiones… pueden presentarse como legítimas aspiraciones para rescatar cuotas de autonomía, capacidad de decisión, grados de libertad, mayor coherencia… Pero deben ser analizados y sometidos a escrutinio por un electorado maduro y responsable, por muy deseable (o no) que sea el bien perseguido. Obvio es decirlo, pero haremos unas cosas (nuevas)… porque dejaremos de hacer otras (¿viejas? ¿obsoletas?). Y es todo el conjunto el que es necesario valorar.

Enfrentados al dilema sobre si recomenzar o no, y desde mi experiencia como presidente de Febea, lo que estoy observando es que, ante el nuevo contexto europeo que se está configurando, en el que se diluye progresivamente la apuesta clara por la auténtica sostenibilidad y se raquitiza cada vez más ese espacio político de firme orientación social que las finanzas éticas habitan y reivindican, los proyectos más sólidos están respondiendo reafirmando sus estrategias y mostrando solidez y estabilidad. Reivindicando un espacio que lleva muchos años demostrando que se puede operar perfectamente en el sector financiero en Europa siguiendo los principios de las finanzas éticas. Algunos colegas de distintas entidades miembros de Febea afirman incluso que este contexto debe traernos una oportunidad de reunir sectores sociales y ciudadanía que pueda encontrar en nosotros un recorrido reconocible, un lugar en el que cobijarse ante un entrono cada vez más desolador.

Una estabilidad y legitimidad que se pone de manifiesto cada año con la publicación de los Informes de las Finanzas éticas en Europa y que entienden cada vez mejor los interlocutores institucionales con los que interaccionamos regularmente. Nuestro mensaje hoy ante las administraciones es claro: en estos tiempos, es precisamente cuando resulta más necesario reforzar un espacio de alto impacto social positivo, como alternativa a esa progresiva fragilización de las políticas sociales que, con toda probabilidad, está por venir.

Es este un mensaje que empieza a calar en algunos de nuestros interlocutores institucionales europeos y estatales (alegrémonos de que, de momento, no todo en Europa es rearme o ultraderecha). Unos interlocutores con agendas en las que el impacto social de las políticas sigue siendo importante y que valoran precisamente esa virtuosa paradoja que encierra nuestra capacidad de conjugar la solidez, seriedad y estabilidad de nuestro desempeño financiero, con un posicionamiento político de claro signo contracultural que resiste (sobre todo por nuestras raíces y nuestra historia) los vaivenes del contexto. Un saber hacer financiero y una identidad que no queremos, ni debemos, resetear. ¿Estamos seguros de que es un restart lo que hace falta hoy en Banca Etica?

La propuesta para Fiare

En cuarto lugar, creo que es imprescindible, al menos para mí, compartir con vosotros también una reflexión sobre una cuestión que me resulta (y creo que a todos los socios del Área Fiare de Banca Etica) más cercana y que ha sido presentada en el centro del debate electoral: la propuesta de evolución hacia un modelo “autónomo” del área Fiare de Banca Etica realizada por una de las listas contendientes.

Es muy evidente que, sobre esta cuestión, hay un amplísimo espacio para el análisis de todos los aspectos relacionados con la mayor o menor viabilidad económica de la propuesta, de sus consecuencias en el balance de Banca Etica y de las barreras normativas que deberíamos afrontar en este proceso. También de la situación en la que quedarían los dos proyectos estatales resultantes. Son dificultades que se reconocen con facilidad y de las que estoy seguro que la propia candidatura que propone esta evolución es perfectamente consciente. Leyendo la propuesta, se puede percibir con claridad que su aliento es esencialmente operativo, y muestra una señal muy sugerente sobre los énfasis (esos sesgos a los que antes hacía referencia) de quienes la proponen.

Pero, siendo muy importante el frente económico-financiero y normativo para analizar la propuesta, no es esta la perspectiva sobre la que me gustaría compartir mi reflexión. Creo que hay otras consideraciones que son de naturaleza mucho más profunda y que nos dan algunas pistas adicionales muy significativas de cara a la decisión electoral que afrontamos.

La primera consideración tiene que ver con los interrogantes sobre cómo se ha construido. Cómo ha surgido la idea y cómo se ha desarrollado. Hasta donde yo puedo conocer, la base social de Fiare, los socios españoles de Banca Etica, no han sido consultados sobre una propuesta, desarrollada por una candidatura, no lo olvidemos, que no lleva a ninguna persona del área Fiare en su lista. Es más, en los distintos espacios del área Fiare en los que se están analizando las candidaturas y en los que yo he podido participar, el rechazo a esta propuesta entre la base social de Fiare es ampliamente mayoritaria. Por lo tanto, pensar que es una propuesta que puede interesar a la base social de Banca Etica en este proceso electoral, nos deja con la duda de si no es una propuesta hecha para seducir a algunos socios del resto de áreas del banco, generando ya en el punto de salida una brecha contra la que venimos más de quince años trabajando, tanto desde Italia como desde España, con resultados que todos podemos reconocer.

La segunda consideración me trae evocaciones históricas. Recuerdos maravillosos de un proceso de construcción de un sueño. Seguro que quienes lleváis construyendo Fiare desde nuestros orígenes, allá por los comienzos de este siglo, recordáis bien lo que voy a exponer. Y no solo socios de Fiare. Muchísimas personas de la base social italiana, con las que nos encontramos hace más de veinte años, me consta que también lo recuerdan con muchísimo cariño. La historia se resume con facilidad: el proyecto Fiare surgió como un proyecto de Banca Ética para el estado español. Nuestros primeros pasos fueron salir por Europa a la búsqueda de entidades de las que pudiéramos aprender. Y en ese proceso encontramos a Banca Etica, que desde Padova llevaba desarrollando ya desde hacía varios años un proceso con el que nos identificábamos, compartíamos intuiciones y propósito y nos podía permitir aprender.

Lo importante de esta historia es que ese encuentro trajo un cambio significativo en la visión que de Fiare teníamos quienes estábamos construyendo el proyecto. Tratar de fundir nuestro proyecto con el de Banca Ética dejó de ser una cuestión de supervivencia, una condición de posibilidad para poder existir en España generando un volumen suficiente. No se trataba de eso. Lo que resultaba extremadamente atractivo tras conocer la experiencia italiana era la oportunidad de crear una propuesta internacional de alternativa financiera, un caso único en la historia de los movimientos económicos de alternativa en Europa. El resto de la historia hasta hoy la conocemos todos.

Creo que es difícilmente discutible, tras el recorrido de estos años, que la aventura haya merecido la pena y nos ha hecho mucho mejores tanto al proyecto cooperativo en Italia como en España. Yo he tenido la gran suerte de participar en ese proyecto de construcción colectiva desde el CdA entre 2013 y 2022. Y no entiendo que se pretenda ahora impulsar procesos que conduzcan a deshacer este recorrido. Incluso si lo que se plantea se basa en una supuesta mejora en la eficiencia de la operativa financiera, por mucho que en algunos momentos esta operativa nos genere frustraciones. El proyecto político quedaría, en mi opinión, extremadamente debilitado. Y no creo que el proyecto de Banca Etica merezca la pena, por muy sostenible económicamente que sea, sin un proyecto político de transformación sólido y reconocible. Creo que eso debería tenerlo en cuenta cualquier persona o lista que aspire a participar en el CdA de Banca Etica y me preocupa que esa perspectiva no esté suficientemente considerada por quienes han elaborado esta propuesta.

Además, me atrevo a pensar que estas consideraciones sobre el valor de Banca Etica como un proyecto europeo de transformación son algo muy evidente también para la base social italiana. Y mucho más en estos tiempos de oleadas de ultraderechas y rearmes. Para muchas personas, sé que es así. Tengo muy buenos amigos entre la base social de Banca Etica en Italia. Relaciones construidas a partir de este sueño común, que se nutren de un compromiso compartido que tiene mucho más valor como elemento legitimador de nuestra propuesta de alternativa financiera que cualquier potencial mejora operativa que pudiera traer la separación de Banca Etica en dos cooperativas estatales independientes. 

Porque, no lo olvidemos, el pensamiento de Banca Etica es también contracorriente en ese sentido. A la pregunta sobre nuestros deseos de autonomía, la respuesta de Fiare (que se puede descubrir fácilmente simplemente preguntándonoslo), es: no, gracias. Preferimos cooperativismo europeo, alianzas densas, identidad internacional…

Algunas consideraciones finales

Repito lo dicho al principio de esta reflexión: creo que tenemos un buen sistema electoral, que garantiza estabilidad para un trabajo a largo plazo. Un sistema que no bloquea la posibilidad de introducir una disrupción radical si la lejanía entre los Portadores de Valor y los órganos de gobierno se convierte en un serio problema para que Banca Etica pueda desarrollar coherentemente su misión. Pero que solo toleraría esta disrupción cuando esa distancia es clara y manifiesta. Pensemos si es este el escenario por el que transitamos ahora. Para mí, la respuesta es evidente: no lo es, ni de lejos.

Esto no quiere decir que, junto a esta estabilidad, no sea asimismo importante promover la incorporación constructiva de ideas nuevas, nuevas competencias y sensibilidades en el nuevo Consejo. La construcción de una Lista Participativa es precisamente lo que persigue y creo que la historia reciente de Banca Etica ha demostrado que es capaz de conseguirlo. Los mecanismos son bien conocidos. El reglamento impone, por un lado, una condición material: la escucha a los Portadores de Valor y la recogida de sus ideas en el programa electoral, para obtener un apoyo imprescindible para poder presentarse. Por otro, impone asimismo un requisito formal: la incorporación en la lista de personas elegidas por estos Portadores de Valor. Un proceso, no lo olvidemos, que es posible gracias a la existencia en Banca Etica de dinámicas estables y permanentes de participación, bien alimentadas desde la propia estructura del banco y, por supuesto, siempre mejorables, especialmente a medida que la base cooperativa crece. El proceso electoral se nutre de esas estructuras, incorporando un modelo de participación compleja que va mucho más allá del voto. El resultado de este proceso son listas participativas que incorporan candidaturas cuyos perfiles, disponibilidad y compromiso son conocidos por la base social agrupada en GITs, por las organizaciones Socias de Referencia y por las personas trabajadoras. Personas candidatas que, a su vez, conocen la historia e identidad de Banca Etica y han participado en la mayoría de los casos en su desarrollo. Buen punto de partida, sin duda, para asumir la difícil tarea de guiar nuestro proyecto en los próximos años.

No quiero dejar pasar la oportunidad de concluir esta reflexión con una experiencia personal y una recomendación para las personas que compondrán el próximo Consejo de Administración. Ambas surgen de mi recorrido personal en Banca Etica. La experiencia tiene que ver con mi etapa como Consejero y Vicepresidente del banco. Han sido nueve años desarrollando un trabajo exigente, pero extremadamente enriquecedor, que me ha permitido atesorar recuerdos, experiencias, relaciones… Pero lo que quiero subrayar aquí es que, mirando hacia atrás (un bello ejercicio que conviene hacer de vez en cuando, sobre todo cuando nuestras ansias de innovar nos llevan a creer que nunca antes hemos innovado), lo que puedo constatar es lo mucho que ha evolucionado Banca Etica en todos estos años: cambios paulatinos, bien pensados, sin atajos, sin más prisas que las que a veces nos ha impuesto el contexto y muy especialmente las necesidades de personas y organizaciones con las que nos hemos ido encontrando en nuestro quehacer diario. Cambios que a la larga han ido modulando el rostro de una banca comprometida y capaz de evolucionar manteniendo su identidad y su propósito.

Pensado en las claves que han hecho esto posible, descubro que quizás una de las más importantes haya sido la capacidad de equilibrar sabiamente las exigencias de naturaleza más instrumental (eficiencia, rentabilidad, ajuste normativo, gestión del riesgo…) con aquellos retos que surgen de lo que el filósofo español Javier Muguerza llamaba “el imperativo de la disidencia”: los retos propios no de una entidad financiera, sino de un proyecto político de trasformación, de base cooperativa y aliento ciudadano.

En mi opinión, si hay algo realmente esencial que necesitamos del nuevo CdA es precisamente eso: una actitud abierta a situar las razones instrumentales en su justo punto, que es aquel que hace posible una sostenibilidad material del proyecto, pero impidiendo que se nos nuble el juicio sobre lo que, como proyecto político de transformación social, como alternativa económica, debemos hacer. Creo firmemente que es esa capacidad la que nos ha permitido evolucionar y la que nos debería permitir seguir haciéndolo en el futuro. Progresivamente, si reseteos.

La recomendación para el futuro Consejo tiene que ver con mi visión como actual presidente de Febea, la Federación Europea de Bancos éticos y alternativos. Como decía antes, el espacio de las finanzas éticas en Europa afronta nuevos desafíos que exigen estrategias a distintos niveles: alianzas, posicionamientos públicos, incidencia política… desde la Federación recogemos y canalizamos muchas de esas estrategias y la participación de Banca Etica puede aportar un valor añadido que muy pocos bancos éticos europeos son capaces de ofrecer. Nuestra solidez y estabilidad, nuestro carácter internacional, nuestra densidad cooperativa… son elementos de gran impacto en un espacio europeo en el que se percibe cada vez con mayor claridad la necesidad de unas finanzas éticas fuertes, asentadas en nuevos liderazgos.

En este contexto, y más allá de cuestiones concretas que será necesario ir definiendo, creo que necesitamos que Banca Etica actualice y refuerce una cultura organizacional que mire a Europa no solo como un mercado potencial o un lugar donde establecer relaciones bilaterales con instituciones europeas, sino como un espacio para cooperar con otros actores en incidencia política y construcción de ciudadanía comprometida. Un espacio en el que es posible (y seguramente necesario) que asuma un liderazgo generoso y comprometido, apoyado con claridad desde el Consejo de Administración y la dirección general. Creo que es este un momento en el que se dan las condiciones para reforzar ese propósito común y creo que es un reto en el que nos estamos jugando buena parte del futuro (o, al menos, de un determinado futuro) de las finanzas éticas europeas y, consecuentemente, de Banca Etica.

Primera delegación de Fiare a la Asamblea de Florencia 2013


Peru Sasia
Ex – vicepresidente di Banca Etica
Presidente della Federazione europea delle banche etiche e alternative (Febea)

Bilbao 28 marzo 2025

La sfida fondamentale che le proposte di revisione economica come quella di Banca Etica devono affrontare è che, per essere coerenti, devono essere in grado di offrire non solo descrizioni precise del modello previsto, ma anche un processo di transizione dal sistema esistente. E non solo descrizioni, ma anche realizzazioni concrete di ciò che si intende trasformare. Devono mostrare come possono essere articolate in modo coerente fino a diventare vere e proprie proposte di trasformazione in grado di essere credibili, capaci di operare nei nostri mercati come offerte ammissibili. Banca Etica ha intrapreso questo percorso da molti anni, in contesti diversi, alcuni dei quali hanno messo alla prova non solo la nostra resilienza, ma (cosa forse più importante per l’autenticità e il valore del progetto di trasformazione che Banca Etica rappresenta) la sua capacità di affrontare queste sfide senza rinunciare al suo scopo e alla sua identità fondante.

Uno dei risultati concreti che è importante rendere visibili è il nostro stile di governance, poiché è in gioco gran parte della nostra legittimità. Non possiamo dimenticare che il nostro impegno nei confronti della società è quello di costruire un progetto che riconosca e rivendichi che, nella sfera economica, le istituzioni che vi operano sono uno spazio significativo che appartiene principalmente all’ordine della cittadinanza. E questo ha delle conseguenze. Ecco perché è praticamente impossibile riconoscere progetti di finanza etica al di fuori del cooperativismo.

E arriva un nuovo processo elettorale. Un processo ad alta densità democratica, non dimentichiamolo. Godiamoci quello che abbiamo, per favore. Non cadiamo nell’errore di concentrare la nostra attenzione solo sui limiti del modello. Certo, tutto può essere migliorato, ma tutto è anche paragonabile e dobbiamo metterlo in prospettiva. E le pratiche abituali del sistema finanziario in relazione ai suoi processi elettorali collocano il nostro processo cooperativo, nonostante i suoi limiti, “in un altro campionato”. E non solo rispetto ad altre istituzioni finanziarie. Le differenze sono molto evidenti anche rispetto ai modelli di governance che si possono trovare nella maggior parte delle aziende, e anche in altre organizzazioni cooperative o del terzo settore.

Chiavi per un coinvolgimento responsabile nel processo elettorale

Qualsiasi socio della nostra cooperativa capisce perfettamente che il processo elettorale in corso ci chiede (possiamo dire che eticamente ci chiede) un coinvolgimento personale responsabile, un coinvolgimento che ha diverse sfaccettature che vorrei analizzare brevemente.

Innanzitutto, partecipare responsabilmente significa considerare e integrare diversi elementi di giudizio nella nostra decisione: dai documenti e dalle dichiarazioni di ciascuna candidatura, ai profili professionali dei candidati, ai messaggi centrali o agli stili e comportamenti durante la campagna. Senza dimenticare i pregiudizi o le tendenze predominanti che possiamo osservare (più bancaria, più sociale, più tecnocratica, più politica…), o il background di coloro che hanno una storia di coinvolgimento nello sviluppo di Banca Etica. Il giudizio personale che guida il nostro voto non deve ridursi a semplificazioni basate su slogan, né deve essere fatto con gli occhi fissi su una proposta specifica che si concentra su un aspetto particolare, nascondendo o distogliendo l’attenzione dal quadro complessivo di un progetto il cui sviluppo completo, non dimentichiamolo, sarà la responsabilità essenziale di chi guiderà Banca Etica nei prossimi anni.

Purtroppo, siamo ben consapevoli dei vari ostacoli alla serenità di giudizio che attualmente esistono nei processi democratici a tutti i livelli. Ne abbiamo notato gli effetti con rammarico e allarme in molte occasioni negli ultimi anni. La lentezza dell’analisi, l’accesso a informazioni veritiere, la buona argomentazione, l’importanza della sostanza rispetto alla seduzione della forma… sono elementi che dovrebbero essere presenti in ogni competizione elettorale e che noi, come persone che costituiscono la base sociale di Banca Etica, dobbiamo praticare, proteggere e pretendere. In questo senso, è importante considerare in che misura lo stile della campagna elettorale può aiutarci a intravedere il comportamento dei contendenti una volta raggiunto il verdetto elettorale.

In secondo luogo, la partecipazione responsabile richiede uno sforzo prospettico, per cercare di intuire il modello di Banca Etica che avremo nei prossimi anni, a seconda di chi guiderà il progetto. È un ambito in cui possiamo farci guidare dal comportamento passato, soprattutto se tra i candidati ci sono persone con un passato in Banca Etica. Gli psicologi insistono sul fatto che i migliori predittori del comportamento futuro sono… i comportamenti passati. E da questo possiamo estrarre informazioni che ci aiuteranno a prevedere il modello di Banca Etica che il CdA intende promuovere nei prossimi anni

Aspetti come la collegialità, la considerazione dell’area di responsabilità della tecnostruttura, la maggiore o minore esecutività dell’organo di governo, le linee rosse, gli equilibri territoriali e settoriali, il posizionamento pubblico dell’organizzazione, il valore di la dimensione internazionale… diventano domande da porsi nel momento in cui si pensa alle persone che vogliamo vedere nel futuro CdA. In questo senso, sarà importante tenere in considerazione elementi come il profilo professionale delle persone che compongono i candidati, la loro storia di relazione con Banca Etica (come soci, clienti, collaboratori, responsabili di organizzazioni alleate, ecc.), le competenze aggregate dei team o la possibilità di polarizzazione dovuta alla predominanza di posizioni dominanti di un certo profilo.

Devo dire che, personalmente, sono molto interessato al modo in cui una lista bilancia le competenze tecniche e finanziarie con l’esperienza in settori quali la governance cooperativa, la lotta alla criminalità organizzata o l’assistenza agli esclusi. Devo anche confessare che mi interessa il modo in cui il CdA eletto si relazionerà con la struttura professionale, così come il prevedibile ruolo che riconoscerà ad alcuni organi chiave dell’identità di Banca Etica, come il Comitato Etico o le strutture del diagramma associativo, che sono così autentici per il nostro progetto e che quindi potrebbero essere più difficili da comprendere per quei membri delle liste il cui primo contatto con Banca Etica è proprio questo processo elettorale.

In terzo luogo, si pone una questione che è comune a molte competizioni elettorali, ma che è venuta alla ribalta ed è diventata una delle prime considerazioni che dovremo fare in questo processo in cui siamo ora impegnati. L’approssimarsi della campagna elettorale ci ha portato a dover decidere se è il momento di ripartire: ne abbiamo bisogno e i vari aspetti di miglioramento che ognuno di noi può auspicare giustificano una ripartenza? E se sì, cosa resettiamo? Quali delle nostre conquiste storiche rivediamo? Cosa va abbandonato, sostituito…? Quali persone, strutture, dinamiche… vanno dimenticate per iniziare un nuovo percorso?

È noto che le campagne elettorali sono fatte essenzialmente di promesse. La campagna di Banca Etica non fa eccezione. Ma una partecipazione responsabile ci impone di chiedere ai candidati a quali elementi rinunceranno per mantenere le loro promesse. Acquisti di azioni, esborsi di capitale, investimenti… possono essere presentati come legittime aspirazioni a salvare quote di autonomia, capacità decisionale, gradi di libertà, maggiore coerenza… Ma devono essere analizzati e sottoposti al vaglio di un elettorato maturo e responsabile, per quanto desiderabile (o meno) sia il bene perseguito. Va da sé, ma faremo alcune cose (nuove)… perché smetteremo di farne altre (vecchie? obsolete?). Ed è l’insieme che va valutato.

Di fronte al dilemma se ripartire o meno, e in base alla mia esperienza di presidente di Febea, quello che sto osservando è che, nel nuovo contesto europeo che si sta delineando, in cui il chiaro impegno per una vera sostenibilità si sta progressivamente diluendo e lo spazio politico con un fermo orientamento sociale che la finanza etica abita e rivendica sta diventando sempre più razzista, i progetti più solidi stanno rispondendo riaffermando le loro strategie e dimostrando solidità e stabilità. Rivendicano uno spazio che da anni dimostra che è possibile operare perfettamente nel settore finanziario in Europa seguendo i principi della finanza etica. Alcuni colleghi di diverse organizzazioni aderenti a Febea affermano addirittura che questo contesto dovrebbe offrirci l’opportunità di riunire settori sociali e cittadini che possono trovare in noi un percorso riconoscibile, un luogo in cui rifugiarsi di fronte a un contesto sempre più desolante.

Questa stabilità e legittimità è dimostrata ogni anno dalla pubblicazione dei Rapporti europei sulla finanza etica ed è sempre più compresa dagli interlocutori istituzionali con cui interagiamo regolarmente. Il nostro messaggio alle amministrazioni di oggi è chiaro: è proprio in questi tempi che è più necessario rafforzare uno spazio ad alto impatto sociale positivo, in alternativa al progressivo indebolimento delle politiche sociali che molto probabilmente si verificherà.

È un messaggio che comincia a passare ad alcuni dei nostri interlocutori istituzionali europei e nazionali (rallegriamoci del fatto che, per il momento, in Europa non si parli solo di riarmo o di estrema destra). Si tratta di interlocutori con agende in cui l’impatto sociale delle politiche continua a essere importante e che apprezzano proprio questo paradosso virtuoso della nostra capacità di coniugare la solidità, la serietà e la stabilità delle nostre performance finanziarie con un posizionamento politico di chiara natura controculturale che resiste (soprattutto per le nostre radici e la nostra storia) agli alti e bassi del contesto. Un know-how finanziario e un’identità che non vogliamo, né dobbiamo, azzerare. Siamo sicuri che sia una ripartenza di cui Banca Etica ha bisogno oggi?

La proposta per Fiare

In quarto luogo, ritengo indispensabile, almeno per me, condividere con voi una riflessione su un tema a me più vicino (e credo a tutti i soci dell’Area Fiare di Banca Etica) e che è stato al centro del dibattito elettorale: la proposta di passare a un modello “autonomo” per l’Area Fiare di Banca Etica avanzata da una delle liste in lizza.

È evidente che su questo tema c’è ampio spazio per l’analisi di tutti gli aspetti legati alla maggiore o minore convenienza economica della proposta, alle sue conseguenze sul bilancio di Banca Etica e agli ostacoli normativi che dovremmo affrontare in questo processo. E anche della situazione in cui si troverebbero i due progetti statali risultanti. Si tratta di difficoltà facilmente riconoscibili e di cui sono certo che il candidato che propone questo sviluppo è perfettamente consapevole. Leggendo la proposta, è chiaro che la sua spinta è essenzialmente operativa, e manda un segnale molto suggestivo sulle enfasi (quei pregiudizi a cui ho fatto riferimento prima) dei suoi proponenti.

Tuttavia, sebbene il fronte economico-finanziario e normativo sia molto importante per analizzare la proposta, non è questa la prospettiva su cui vorrei condividere le mie riflessioni. Credo che ci siano altre considerazioni di natura molto più profonda che ci danno alcuni indizi aggiuntivi molto significativi in vista della decisione elettorale che abbiamo di fronte.

La prima considerazione riguarda la questione di come è stata costruita. Come è nata l’idea e come è stata sviluppata. Per quanto ne so, la base sociale di Fiare, i soci spagnoli di Banca Etica, non sono stati consultati su una proposta, sviluppata da una candidatura, non dimentichiamolo, che non include nessuna persona dell’area di Fiare nella sua lista. Inoltre, nei diversi spazi dell’area di Fiare in cui si stanno analizzando le candidature e a cui ho potuto partecipare, il rifiuto di questa proposta da parte della base sociale di Fiare è maggioritario. Pertanto, pensare che sia una proposta che possa interessare la base sociale di Banca Etica in questo processo elettorale, ci lascia con il dubbio che sia una proposta fatta per sedurre alcuni soci delle altre aree della banca, generando già al punto di partenza una frattura contro la quale abbiamo lavorato per più di quindici anni, sia in Italia che in Spagna, con risultati che tutti possiamo riconoscere.

La seconda considerazione riporta alla mente evocazioni storiche. Ricordi meravigliosi di un processo di costruzione di un sogno. Sono sicuro che chi di voi ha costruito Fiare fin dalle nostre origini, all’inizio di questo secolo, ricorda bene quello che sto per spiegare. E non solo i soci Fiare. So che anche molte persone della base sociale italiana, con cui ci siamo incontrati più di vent’anni fa, lo ricordano con grande affetto. La storia è facile da riassumere: il progetto Fiare è nato come progetto di banca etica per la Spagna. I nostri primi passi sono stati quelli di andare in Europa alla ricerca di entità da cui imparare. E in questo processo abbiamo trovato Banca Etica, che da diversi anni stava sviluppando un processo a Padova con cui ci identificavamo, di cui condividevamo le intuizioni e le finalità e da cui potevamo imparare.

L’aspetto importante di questa storia è che questo incontro ha determinato un cambiamento significativo nella visione che noi, che stavamo costruendo il progetto, avevamo di Fiare. Cercare di fondere il nostro progetto con quello di Banca Etica non era più una questione di sopravvivenza, una condizione di possibilità per poter esistere in Spagna generando volumi sufficienti. Non era questo il punto. Ciò che risultava estremamente attraente dopo aver conosciuto l’esperienza italiana era l’opportunità di creare una proposta internazionale di alternativa finanziaria, un caso unico nella storia dei movimenti economici alternativi in Europa. Il resto della storia lo conosciamo tutti fino ad oggi.

Credo sia difficilmente sostenibile, dopo tutti questi anni, che l’avventura non sia valsa la pena e non ci abbia reso molto migliori sia per il progetto cooperativo in Italia che per quello in Spagna. Ho avuto la grande fortuna di partecipare a questo progetto di costruzione collettiva della CdA tra il 2013 e il 2022. E non capisco perché ora si cerchi di promuovere processi che porterebbero all’annullamento di questo percorso. Anche se ciò che viene proposto si basa su un presunto miglioramento dell’efficienza delle operazioni finanziarie, anche se a volte queste operazioni generano frustrazioni. Il progetto politico ne risulterebbe, a mio avviso, estremamente indebolito. E non credo che il progetto di Banca Etica abbia valore, per quanto economicamente sostenibile, senza un solido e riconoscibile progetto politico di trasformazione. Credo che questo debba essere tenuto in considerazione da qualsiasi persona o lista che aspiri a partecipare al CdA di Banca Etica e sono preoccupato che questa prospettiva non sia stata sufficientemente considerata da coloro che hanno elaborato questa proposta.

Inoltre, oso pensare che queste considerazioni sul valore di Banca Etica come progetto europeo di trasformazione siano molto evidenti anche alla base sociale italiana. E ancor più in questi tempi di ondate di ultradestra e di riarmo. So che per molti è così. Ho ottimi amici tra la base sociale di Banca Etica in Italia. Rapporti costruiti su questo sogno comune, alimentati da un impegno condiviso che ha molto più valore come elemento di legittimazione della nostra proposta di alternativa finanziaria di qualsiasi potenziale miglioramento operativo che la separazione di Banca Etica in due cooperative statali indipendenti  potrebbe portare.

Perché, non dimentichiamolo, anche il pensiero di Banca Etica è controcorrente in questo senso. Alla domanda sul nostro desiderio di autonomia, la risposta di Fiare (che potete facilmente scoprire semplicemente chiedendocela) è: no, grazie. Preferiamo il cooperativismo europeo, le fitte alleanze, l’identità internazionale…

Alcune considerazioni finali

Ripeto quello che ho detto all’inizio di questa riflessione: credo che abbiamo un buon sistema elettorale, che garantisce stabilità al lavoro di lungo periodo. Un sistema che non blocca la possibilità di introdurre una radicale discontinuità se la distanza tra i Portatori di Valore e gli organi di governo diventasse un serio problema per Banca Etica di sviluppare coerentemente la sua missione. Ma tollererebbe questa discontinuità solo quando questa distanza è chiara e manifesta. Consideriamo se questo è lo scenario che stiamo vivendo ora. Per me la risposta è ovvia: è tutt’altro che così.

Ciò non significa che, accanto a questa stabilità, non sia importante promuovere l’inserimento costruttivo di nuove idee, nuove competenze e nuove sensibilità nel nuovo Consiglio. La costruzione di una Lista Partecipata è proprio questo, e credo che la storia recente di Banca Etica abbia dimostrato che è in grado di raggiungere questo obiettivo. I meccanismi sono noti. Da un lato, la normativa impone una condizione materiale: ascoltare i Portatori di Valore e incorporare le loro idee nel programma elettorale, al fine di ottenere il sostegno necessario per potersi presentare alle elezioni. Dall’altro, impone anche un requisito formale: l’inserimento nella lista delle persone elette da questi Portatori di Valore. Un processo, non dimentichiamolo, possibile grazie all’esistenza in Banca Etica di dinamiche di partecipazione stabili e permanenti, ben alimentate dalla struttura stessa della banca e, naturalmente, sempre suscettibili di miglioramento, soprattutto con la crescita della base cooperativa. Il processo elettorale si nutre di queste strutture, incorporando un modello di partecipazione complesso che va ben oltre il voto. Il risultato di questo processo sono liste partecipate che incorporano candidati i cui profili, disponibilità e impegno sono noti alla base sociale raggruppata nei gruppi di lavoro, alle organizzazioni dei partner di riferimento e ai lavoratori. Candidati che, a loro volta, conoscono la storia e l’identità di Banca Etica e che, nella maggior parte dei casi, hanno partecipato al suo sviluppo. Questo è senza dubbio un buon punto di partenza per assumere il difficile compito di guidare il nostro progetto nei prossimi anni.

Vorrei concludere questa riflessione con un’esperienza personale e una raccomandazione per le persone che comporranno il prossimo Consiglio di amministrazione. Entrambe nascono dalla mia personale esperienza in Banca Etica. L’esperienza riguarda il periodo in cui sono stato consigliere e vicepresidente della banca. Ma quello che voglio sottolineare è che, guardando al passato (un buon esercizio da fare ogni tanto, soprattutto quando la nostra voglia di innovare ci porta a credere di non aver mai innovato prima), quello che vedo è quanto Banca Etica si sia evoluta nel corso degli anni: cambiamenti graduali, ben ponderati, senza scorciatoie, senza più fretta di quella che a volte ci viene imposta dal contesto e soprattutto dalle esigenze delle persone e delle organizzazioni che abbiamo incontrato nel nostro lavoro quotidiano. Cambiamenti che alla lunga hanno modulato il volto di una banca impegnata, capace di evolversi mantenendo la propria identità e il proprio scopo.

Pensando alle chiavi che hanno reso possibile tutto ciò, scopro che forse una delle più importanti è stata la capacità di bilanciare sapientemente le esigenze di natura più strumentale (efficienza, redditività, adeguamento normativo, gestione del rischio…) con le sfide che nascono da quello che il filosofo spagnolo Javier Muguerza ha definito “l’imperativo della dissidenza”: le sfide non di un’istituzione finanziaria, ma di un progetto politico di trasformazione, con una base cooperativa e l’incoraggiamento dei cittadini.

A mio avviso, se c’è qualcosa di veramente essenziale di cui abbiamo bisogno da parte del nuovo CdA è proprio questo: un atteggiamento aperto a mettere al punto giusto le ragioni strumentali, che sono quelle che rendono possibile la sostenibilità materiale del progetto, ma che ci impedisca di offuscare il nostro giudizio su ciò che, come progetto politico di trasformazione sociale, come alternativa economica, dobbiamo fare. Credo fermamente che sia questa capacità che ci ha permesso di evolvere e che dovrebbe permetterci di continuare a farlo in futuro. Progressivamente, senza azzeramenti.

La raccomandazione per il futuro Consiglio ha a che fare con la mia visione di attuale presidente di Febea, la Federazione Europea delle Banche Etiche e Alternative. Come ho detto prima, lo spazio della finanza etica in Europa sta affrontando nuove sfide che richiedono strategie a diversi livelli: alleanze, posizionamento pubblico, advocacy politica… dalla Federazione raccogliamo e incanaliamo molte di queste strategie e la partecipazione di Banca Etica può fornire un valore aggiunto che poche banche etiche europee sono in grado di offrire. La nostra solidità e stabilità, il nostro carattere internazionale, la nostra densità cooperativa… sono elementi di grande impatto in uno spazio europeo in cui si percepisce con sempre maggiore chiarezza la necessità di una finanza etica forte, basata su nuove leadership.

In questo contesto, e al di là delle questioni specifiche che dovranno essere definite, credo sia necessario che Banca Etica aggiorni e rafforzi una cultura organizzativa che guardi all’Europa non solo come a un mercato potenziale o a un luogo dove stabilire relazioni bilaterali con le istituzioni europee, ma anche come a uno spazio dove cooperare con altri attori nell’advocacy politica e nella costruzione di una cittadinanza impegnata. Uno spazio in cui è possibile (e sicuramente necessario) assumere una leadership generosa e impegnata, chiaramente sostenuta dal Consiglio di amministrazione e dalla direzione generale. Credo che questo sia un momento in cui ci sono le condizioni per rafforzare questa comunanza di intenti e penso che sia una sfida in cui ci giochiamo buona parte del futuro (o, almeno, di un certo futuro) della finanza etica europea e, di conseguenza, di Banca Etica.

Prima delegazione Fiare all’Assemblea di Firenze 2013

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